jueves, 11 de octubre de 2007

Tuve un sueño

Ayer tuve un sueño.
Soñé que vivia en una isla desierta.

Soñé que las palmeras, la suave brisa del mar, la fina arena de interminables playas y un sol abrasador eran mis compañeros.

No necesitaba nada ni a nadie, me valía por mi mismo. El sol siempre lucía en lo alto del cielo, no necesitaba ropa, no sentia pudor por andar descalzo, desnudo. Era libre.

Por las mañanas me despertaba el agradable sonido de las aves, el incipiente sol abría mis ojos con la tranquilidad del que sabe que no tiene prisa por nada. La naturaleza me ofrecía todo cuanto necesitaba. Decidí que sería totalmente vegetariano, no mataría a ningún otro ser vivo para alimentarme. No necesitaba preocuparme ni tener miedo, no representaba ningún peligro para ningún otro animal (ni ellos para mi). No plantaría nada, la madre naturaleza me ofrecía todo cuanto necesitaba cuando lo necesitaba.


Pasarme el día paseando por la playa, bañandome en aguas cristalinas ligeramente saladas, tostándome al sol era mi mayor ocupación.

El tiempo transcurria lentamente, deslizandose entre mis manos, sentía que me acompañaba.


Las frescas tardes me las pasaba en la frondosa selva, observando todo cuanto me rodeaba con curiosidad. Aprendí mucho de las distintas formas de vida que me rodeaban, siempre al amparo de una eterna luna llena que iluminaba suavemente mi alrededor.


Los frescos riachuelos me proporcionaban limpia agua dulce para beber, aprendí a distinguir entre las plantas que podía comer y las que no, los arboles frutales me abastecian con la generosidad del que ayuda sin esperar nada a cambio.


Pensé mucho y en muchas cosas, pensé en todo lo que había dejado atrás, pero no conseguía recordar nada que me obligase a buscar una solución a mi soledad.

Descubrí grandes campos de coral buceando en las tranquilas aguas que me rodeaban; no sabía cuanta extensión podía tener la isla en la que me encontraba, pero no me preocupaba; tampoco lo hacía el no saber que había detrás de aquellas altas montañas nevadas. No necesitaba saber más de lo que ya conocía.


Era feliz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

y.. ¿ no había cerveza? ¿ni ron cola? ¿ni música? ¿ni chicas con tremenda carga sexual?....uyuyuy!!! ¿Qué le está pasando a Crápula???

crápula dijo...

Simplemente era feliz en ese paraiso no del todo imposible.

A veces pasa.

CarajilloDWSQ dijo...

Si te digo la verdad, me he sentido identificado con el sentimiento que creo que has querido poner al escribir esto. Es más, estoy seguro de que si alguien quisiese saber la moraleja de este texto, apuesto en que estarías de acuerdo en mostrarles esto que escribí yo hace un tiempo:

http://carajillodwsq.blogspot.com/2007/08/suciedad.html