martes, 22 de enero de 2008

Las orejas del lobo

Es curioso como se puede perder mucho en muy poco tiempo. A menudo sentimos que no somos conscientes de lo que nos importa algo o alguién hasta que estamos a punto de perderlo.

Por la inercia, a veces, la vida va pasando y damos por supuestas muchas cosas que no tienen realmente porque serlo. No hay nada que, por el simple hecho de existir, nos pertenezca eternamente. Sólo nuestra propia existencia.

Ayer estuve a punto de perder algo, y esto que escribo es más para mi que para darlo a conocer, a punto estuve, digo, de perder una historia que está siendo lo más bonito que me ha pasado nunca.

Ojalá el tiempo lo vuelva a poner todo en su sitio, siento que me debo esforzar más; eso es otra cosa que no apreciamos desde nuestro interior, siempre es posible y deseable esforzarse más. Nunca es suficiente, parecerá agónico, pero es lo que es. Tenemos la obligación de dar lo máximo por aquellos que queremos, nadie estará contigo en el futuro por las rentas del pasado. Más bien todo lo contrario, como escuché una vez en una cancíon: "No se puede tener todo, pero si que nos podemos quedar sin nada."

A veces tienes que luchar contra tu orgullo, puedes estar muy seguro de algo, pero inevitablemente, a veces, las posibles "pruebas" parecen empeñadas en demostrar todo lo contrario; y tienes que admitir lo que te venga, intentando quedar lo más entero posible, para poder volver a empezar. Sí, a veces ha que volver a empezar, parece duro porque piensas que todo el camino recorrido no ha servido, que se te puede arrebatar lo conseguido, pero debemos ser más duros, constantes, que esa supuesta realidad y ser consecuentes con tus deseos y pretensiones, con tus sueños.

Si sueñas que algún día volarás, trabajas para conseguirlo, pero una mañana te encuentras con que alguién te ha roto las alas, no te lamentes el resto de tu vida. Lucha por conseguir, de nuevo, una a una, todas las plumas que necesitas para volver a montar esas preciosas alas que estuvisté a punto de estrenar. Y hazlo todavía mejor, aprovecha que puedes volver a diseñar los planos, que puedes elegir mejor las plumas que usarás, y supérate a ti mismo.

Espero conseguir aplicarme el cuento, porque realmente es algo que me interesa. Sé que puede ser duro, pero nadie dijo que la vida fuese a ser fácil.

Aunque sepas con seguridad que no fuiste tu el que se dejó abierto el pestillo, que no fué culpa tuya que entrasen esos extraños, que en realidad no hiciste nada por lo que sentir vergüenza, que tus intenciones siempre han sido de lo más sanas, transparentes y responsables; la vida te puede dar (y te dará) serios reveses que cuestionaran tu integridad. Sólo si estás seguro de ti mismo, sigue luchando por lo que quieres.

Y así lo haré. Voy a luchar a tope, no seré causa de vergüenza, no decepcionaré a mis semejantes. Estoy aquí y en mi epitafio pondrá: "El que nunca abandonó"

2 comentarios:

Dave NeWaza dijo...

La única lucha que se pierde es la que se abandona.

Lo ví en una pancarta de las JERC, que aunque me caigan como una patada en la barriga, tienen mucha razón con este slogan.

Anónimo dijo...

Ciertamente nunca podemos asegurar que algo nos pertenecerá para siempre, pero es seguro, con las personas, que si las cuidas y estas ahí, muchas de ellas te cuidaran y estaran ahí para ti a veces no como quisieras pero te daras cuenta de muchas maneras.
Con lo demás, la vida es muy dura y hay que seguir luchando porque si te duermes te comen la merienda.
Estoy de acuerdo con dave y con la pancarta del JERC osea que no hay que abandonar ni tirar la toalla.